¿MAS HORAS DE CLASE PARA MATEMÁTICAS?

Como suele suceder cada tres años, los resultados obtenidos por España en las pruebas PISA de 2009 han provocado un revuelo mediático. Como siempre quedamos por debajo de lo que se supone que deberíamos, aunque este año hemos subido ligeramente en lectura y matemáticas. En el siguiente enlace puedes leer una información sobre los resultados obtenidos por nuestro país en la última edición de PISA. Si te desenvuelve bien con el inglés puedes consultar la página oficial aquí.

Como ocurre siempre tras los resultados obtenidos los políticos hacen como que sirven para algo y proponen medidas para resolver la situación (medidas que o no se han aplicado o no han servido para nada en las anteriores ocasiones). En concreto el Consejero de Educación andaluz ha lanzado la idea de dedicar más tiempo a las materias instrumentales, lengua, matemáticas e idiomas. Puedes ver la noticia aparecida sobre su comparecencia en la cama andaluza aquí.

Yo, que llevo muchos años ya en el mundo de la educación, estoy oyendo peticiones de aumento del número de horas para matemáticas cada vez que hay una reunión de profesores, jornadas, encuentros o seminarios. Al menos desde que la LOGSE recortó drásticamente el número de horas dedicadas a esta materia.

La pregunta es, ¿realmente la solución es dedicar más horas a la asignatura? Puede pensarse que sí, pero si se estudia lo que ocurre en los países que quedan muy por encima nuestro en el informe parece que no. Muchos de los mejores clasificados tienen menos horas que nosotros. Puedes leer un estudio sobre ese tema en el siguiente artículo.

Mi pregunta es, ¿queremos más horas de clase para seguir haciendo lo mismo? Mi animo tiembla cuando me fijo en varios de los compañeros que pululan por nuestros centros y que no sé si querrían más horas para hacer más ejercicios de fracciones algebraicas. El problema, desde mi punto de vista, es que el enfoque que se da la enseñanza en nuestro país no es el mismo que se mide después en esas pruebas. Es cierto que el último cambio legislativo intentó que la enseñanza diera un enfoque distinto a través de las competencias. Pero, ¿se ha conseguido algo? Yo lo que veo es un profundo rechazo por parte del profesorado, al menos de secundaria, a todo lo que signifique competencia. Y si hablamos del desarrollo de competencias que están haciendo las ofertas editoriales es para ponerle los pelos de punta a cualquiera con un poco de sensibilidad por el tema.

Mi opinión es que el cambio no se producirá con más horas si no con un enfoque distinto de la enseñanza. ¿Qué pensaríamos de un abogado que se conoce muy bien las leyes pero es incapaz de ganar un caso en los juzgados?, ¿o de un médico que se conociera el vademécum como si lo hubiese escrito él, pero no consiguiera sanar a ningún enfermo? El problema es que la enseñanza está llena de personas que aprendieron muy bien la materia en que se licenciaron pero son nefastos para hacer que otras personas aprendan.

Comprendo que estoy hoy un poco negativo, pero aparte de que me duele el lumbago por estar en el ordenador este tema es algo que me subleva. Tener que escuchar a personas que llevan veinte o más años en la enseñanza decir que ellos no necesitan formación porque ya han aprendido todo lo que necesitaban, como si la enseñanza y el alumnado de hace 20 años tuviera algo que ver con lo que tenemos ahora.

Para acabar quiero reproducir el Decálogo de la Didáctica de la Matemática que muestra una clara dirección metodológica.

  1. No adoptar una didáctica rígida, sino amoldarla en cada caso al alumno, observándole constantemente.
  2. No olvidar el origen de las Matemáticas ni los procesos históricos de su evolución.
  3. Presentar las Matemáticas como una unidad en relación con la vida natural y social.
  4. Graduar cuidadosamente los planos de abstracción.
  5. Enseñar guiando la actividad creadora y descubridora del alumno.
  6. Estimular dicha actividad despertando interés directo y funcional hacia el objeto del conocimiento.
  7. Promover en todo lo posible la autocorrección.
  8. Conseguir cierta maestría en las soluciones antes de automatizarlas.
  9. Cuidar que la expresión del alumno sea traducción fiel de su pensamiento.
  10. Procurar a todo alumno éxitos que eviten su desaliento.
Para quien no lo conozca puede parecer algo muy de actualidad y progresista. Lo lamentable es que este decálogo lo publicó el profesor Pedro Puig Adam en 1955. Me temo que hemos avanzado poco desde entonces.

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