La percepción social suele ser que las matemáticas son algo abstracto que no sirve absolutamente para nada y que no tiene ninguna aplicación. La gente que suele estar alejada de aspectos científicos, y que no es consciente de la cantidad de veces que aplica las matemáticas en su quehacer cotidiano, piensa que la única aplicación usual es para realizar cuentas en las transaciones económicas. También es corriente pensar que lo que los matemáticos hacen en la Universidad es vivir en su propio mundo sin ninguna relación con el entorno corriente de las personas.
Precisamente por lo anterior siempre hemos querido hacernos eco en estas páginas de todas aquellas aplicaciones de las que tenemos noticias que se están realizando en la industria, economía, ecología, etc. Hoy nos referimos a una noticia encontrada en elnortedecastilla.es en la que se nos comenta el estudio que está realizando la matemática vallisoletana Rocío González dentro de su tesis doctoral. Esta matemática está realizando un estudio que permite, a través del canto de las ballenas y otros grandes cetáceos, llevar un estudio de las poblaciones que, en muchos caos, están en peligro de extinción.
En el artículo referido se indica como ha sido su proceso para llegar a desarrollar este estudio. En particular, se comenta el uso de los modelos de Poisson, bastante conocidos por los matemáticos y que, para los que no les suene, la amable periodista traduce voluntariosamente por pescado.
El estudio se ha basado en los trabajos del investigador francés Oliver Adam, profesor de Bioacústica en la Universidad París Sur.
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