POESÍA POLIÉDRICA

Nuestro interés por la relación entre matemáticas y literatura, en especial la poesía, debe ser conocido para nuestros lectores.

Siempre que podemos incluimos algún poema que tenga relación con las matemáticas. Normalmente suele ser en relación con algún evento como, por ejemplo, el día de PI.

Hoy quiero incluir dos poemas en el que se habla de uno de los poliedros regulares, el dodecaedro.

El primero es uno muy conocido de Rafael Alberti publicado en su libro A la pintura de 1948 y que yo conocía con el título de "A la divina proporción", pero que en muchos lugares se titula como "Soneto al dodecaedro".


A ti, maravillosa disciplina,
media, extrema razón de la hermosura,
que claramente acata la clausura
viva en la malla de tu ley divina.
A ti, cárcel feliz de la retina,
áurea sección, celeste cuadratura,
misteriosa fontana de mesura
que el Universo armónico origina.
A ti, mar de los sueños, angulares,
flor de las cinco formas regulares,
dodecaedro azul, arco sonoro.
Luces por alas un compás ardiente
Tu canto es una esfera transparente.
A ti, divina proporción de oro.

El segundo poema, donde también se cita al dodecaedro y al icosaedro pertenece a Gabriel Celaya y es un homenaje al matemático y astrónomo Johannes Kepler.

Así soñé la verdad

Kepler miró llorando los cinco poliedros
encajados uno en otro, sistemáticos, perfectos,
en orden musical hasta la gran esfera.

Amó al dodecaedro, lloró al icosaedro
por sus inconsecuencias y sus complicaciones
adorables y raras, pero, ¡ay!, tan necesarias,
pues no cabe idear más sólidos perfectos
que los cinco sabidos, cuando hay tres dimensiones.

Pensó, mirando el cielo matemático, lejos,
que quizá le faltara una lágrima al miedo.

La lloró cristalina: depositó el silencio,
y aquel metapoliedro, geometría del sueño,
no pensable y a un tiempo normalmente correcto,
restableció sin ruido la paz del gran sistema.

No cabía, es sabido, según lo que decían,
más orden que el dictado. Mas él soñó: pensaba.

Eran más que razones: las razones ardían.
Estaba equivocado, mas los astros giraban.

Su sistema era sólo, según lo presentido,
el orden no pensado de un mundo enloquecido,
y él buscaba el defecto del bello teorema.

Lo claro coincidía de hecho con el espanto
y en la nada, la nada le besaba a lo exacto.

2 comentarios:

Carmen Ramos dijo...

Hace algo más de un año publiqué un libro de poesía que se titula "Poliedrica" (Ediciones en huida, 2011). Cada una de las partes en que se divide va introducida por una definición relativa a los poliedros. Estudiarlos fue un camino interesante, q me descubrió la belleza de estas figuras y su presencia constante.

Carmen Ramos dijo...

Hace algo más de un año publiqué un libro de poesía que se titula "Poliedrica" (Ediciones en huida, 2011). Cada una de las partes en que se divide va introducida por una definición relativa a los poliedros. Estudiarlos fue un camino interesante, q me descubrió la belleza de estas figuras y su presencia constante.

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