El pasado 24 de diciembre nos dejó Manuel Pazos, a quien todos conocíamos como Coque, una persona vitalista, alegre, cariñosa, entregada que siempre se ofrecía a los demás y estaba allí para ayudar, para organizar, para aconsejar. Es difícil pensar que ya no está. Aún recuerdo la última vez que coincidimos en Mallorca como nos decía que estaba pensando en organizar uno de esos encuentros, casi artesanales, que realizó durante muchos años en su Galicia natal, para intercambiar experiencias y difundir la importancia de las matemáticas y su cara más lúdica. Y eso que ya estaba luchando con una dura enfermedad que lo ha ido consumido en los últimos dos años.
Su hijo Miguel realizó un escrito en su memoria que podéis leer en esta dirección.
Yo quiero recordarlo con esa sonrisa perenne y ese ánimo desbordante que lo caracterizaba. En la foto que nos hicimos en Mallorca junto a su mujer, Pilar, y a uno de sus grandes amigos Juan Emilio García se puede observar ese ánimo y esa vitalidad.
Sólo despedirme y decirte que sigues con nosotros para siempre, Coque.
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